El latido fetal puede apreciarse mediante ecografía a partir de la sexta semana de embarazo. No obstante, no es hasta la octava o la décima semana cuando el latido fetal se puede escuchar mediante un aparato que amplifica los sonidos y que se utilizará para su control al final del embarazo: el doppler, y ciertamente para muchos padres, es un momento indescriptible.

El control de la frecuencia cardiaca y el ritmo del latido fetal es la referencia para evaluar la salud del feto al final del embarazo.

La frecuencia cardiaca fetal varía entre 110 y 160 latidos por minuto, con una oscilación de entre cinco y 25 latidos por minuto, este cambio se debe a la actividad en el útero materno. Así, un ritmo cardiaco fuera de estos parámetros puede ser indicativo de un problema, por lo que tanto el médico como si equipo pueden actuar con rapidez para tratarlo y, si es necesario, dar atención de emergencia para el bebé.

En CEFAMI somos testigos de que uno de los momentos de mayor ilusión durante un embarazo es cuando se busca detectar los latidos del bebé en el vientre materno, y es que, es en este momento en el que los futuros papás confirman no sólo que su bebé está creciendo, sino que además lo hace real.

Las ecografías o ultrasonidos, que detectan el embarazo y muestran el desarrollo del bebé, sirven también para percibir los primeros latidos cardiacos de su corazón.

El corazón del  bebé tarda unas cinco semanas en comenzar a formarse, y es porque en el centro del embrión se produce un abultamiento y, junto a los primeros vasos sanguíneos, pasará a ser el músculo cardíaco y su posterior aparato cardiovascular.

A partir de este momento, el corazón tarda aproximadamente una semana más en latir regularmente, y aunque el embrión es muy pequeño ya que apenas mide un centímetro, el feto ya presenta signos vitales.